EL MISTERIO
DE LOS NIDOS.
La marioneta en forma de pájaro estaba harta de todo. Quería independencia y por sobre todo volar. Le
fastidiaba ensayar siempre con Mauricio y decir sólo
lo que él quería.
Deseo una vida propia-afirmó-Cuando tenga un nido hecho por mí lograré pasear por los cielos.
Esperó que durmiera el
titiritero y partió llevando en sus alas
los hilos que la hacían moverse y sus varillas.
En su primera caminata
sola parecía un bebé mareado pero
después sus huesudas patas marcharon
decididas.
La luna, su única compañera, le regaló hilos de luz para enhebrar su trabajo. En un
claro de una plaza se tejió un nido redondo con pajitas de pino y se sentó a probarlo,
movió ilusionada sus alas pero todos sus
hilos se enredaron entre las pajitas
hilvanadas y tuvo que volver a su
escondite desconsolada.
Cuando llegó a su valija cortó los hilos porque ya no quería
tenerlos más y se durmió dentro de un bolsillo.
A la noche siguiente dejó abierto el estuche que la acunaba y dentro de él preparó un nuevo nido con ramitas de laurel, pero al probarlo se cerró
la valija.
Cuando Mauricio quiso sacar a su Marioneta de su estuche salió
volando un ave satisfecha con plumas plateadas acompañada de sus dos hijos.
Adriana