"El camino a la Paz no se construye con la ausencia de conflictos, sino con las personas que saben enfrentarlos con armonìa, conociendo sus derechos y respetando los ajenos"
Adriana Helena

lunes, 12 de octubre de 2020

PLUMITA

 


PLUMITA, EL INDIECITO: Valores fomentados

Valentía, respeto a la diversidad
El hombre con sus máquinas taladoras abrieron  un interminable sendero….Este era el camino que desvelaba a Plumita el indiecito.
 -¿Qué habría del otro lado del mismo? ¿Qué era eso de la civilización y de la escuela?-Se preguntaba.


El deseo de averiguarlo hizo que en una noche juntara los tesoros personales que creyó que necesitaba para su viaje y partiera  montado sobre Rayo (su caballo) para conocer lo que tanto le intrigaba.                                               
Cabalgó sin ningún temor en plena oscuridad  y los primeros rayos del sol lo condujeron al frente mismo de la escuela, amarró su caballo al árbol más cercano y esperó silencioso  la llegada de la maestra y los chicos.
Cuando Ana, la señorita, lo conoció invitó a esta  visita a pasar al grado y  le preguntó su nombre y de donde venía, Plumita contó que venía de la selva, que había cabalgado toda la noche para llegar hasta allí y que a su nombre lo había elegido su padre.
El indiecito se acomodó en el último banco porque tenía  miedo de equivocarse ya que era la primera vez que iba a la escuela y esto le daba un poco de temor.

Ese día el grado tenía una prueba, entonces la maestra dijo:
-Saquen una hoja y los útiles  para escribir.
Todos los niños sacaron sus hojas rayadas y lápices, pero cuando Martín (el alumno que se sentaba delante del indiecito) miró hacia atrás observó que Plumita había sacado una hoja….
      
¡PERO DE PALMERA!
También había sacado algo para escribir……
¡ ERA MEDIO CARBÓN!

Silencioso se arrimó a la seño y le contó lo ocurrido….Ana entonces le llevó hojas y lápices  a Plumita para que los utilizara.
Más tarde Ana dijo:-Chicos es hora de pintar.
Todo el grado estaba haciendo hermosos dibujos con colores y témperas…Pero cuando Martín miró al  nuevo alumno casi se desmaya….
                       
¡SE HABÍA PINTADO TODA LA LA CARA!

Se levantó muy despacio para  contarle a Ana lo sucedido, pero ella ya se había dado cuenta así  que lo tranquilizó diciéndole:-No te preocupes ni te rías, a veces hacen eso los indiecitos.
                                      
A la hora de la merienda la maestra invitó a los alumnos a hacer una merienda compartida,
había galletas, alfajores, turrones, sándwiches, gaseosas y…DOS CHOCLOS…
¿SABÉS QUIÉN LOS HABÍA TRAÍDO?
Nuestro amigo el indiecito

Ese fue el momento en que Ana aprovechó para este nuevo compañero hablara de sus diferentes costumbres y todos pudieran conocerlo mejor.
Desde entonces muchos  días el indiecito ha concurrido al colegio, ahora lo hace con guardapolvo blanco y hasta come alfajores,
Algunas veces Plumita aprende y otras… ¡ENSEÑA!
Desde el árbol siempre lo espera  Rayo entre las bicicletas     

                                                                                                                                Adriana Helena


                                                       Gracias Reny por dibujar tan bien al indiecito



eyendas que casi no conocemos.

viernes, 2 de octubre de 2020

 

LA GUITARRA


                                              Gracias Juli por mandarme  la guitarra soñadora


Matías vivía en una casa con altillo, cuando salía la luna empezaba a sentir una cascada  de acordes  hasta las doce, cada días se escuchaba más fuerte esta correntada  movediza.

 Un día decidió averiguar de qué se trataba y comenzó a seguir las  atrapantes notas. Sus pasos lo condujeron escaleras arriba..

Sí, de allí provenía con seguridad la embriagadora melodía, los últimos tres escalones los subió  con expectativa y miedo, abrió la puerta y se encontró la guitarra de su abuelo latiendo y sonando sola.

De la misma habían crecido unas finísimas ramas que formaban una perfecta cabellera  blanca  que ayudaban a ejecutarla con precisión.

Matías miró en su boca y pudo ver que una semilla del álamo que plantó el abuelo  se había instalado en el centro del instrumento como un corazón.

Desde ese día cada vez que  comienza el concierto Matías sube y se sienta como un entusiasta espectador. Fue así como conoció todas las canciones que amaba su abuelo.

   Adriana Rolando

 

UNA SIESTA Y CIEN HORMIGAS

 

En  la fiesta  de la primavera a mí me tocaba llevar gaseosa y pururú.

En mi canasta mamá  puso un protector solar. Me pidió por favor que lo usara donde nos juntábamos sobre todo a la hora de la siesta.

Después de jugar fútbol nos sentamos en el césped sobre unos manteles y compartimos nuestra comida, sobraron chizitos, sándwiches, galletas.

Obediente  me puse  abundante protector solar. Algunos  amigos empezaron a irse y se llevaron lo había sobrado pero quedó el sector lleno de migas.

Me acosté a dormir un rato  sobre una toalla, cuando me desperté estaba en otro sitio y la toalla

se desplazaba lentamente llevándome. Miré para abajo, cientos de hormigas.

Un hormiguero gigante  delante mío estaba dispuesto a tragarme.

Observé a estos insectos, no habían tocado  ni una sola miga, sólo entraban y salían de mi canasta a beber un poco de protector solar.

Salté como un resorte, tomé el envase leí - Protector solar sabor Coco- les entregué el envase y se lo llevaron en fila hasta su morada.

Al llegar a mi casa me fui a bañar rápidamente y le dije a mamá que por favor no compre más cremas ni protectores solares con sabor a  ninguna  comida.

                                                                          Adriana Rolando