UNA SIESTA Y CIEN HORMIGAS
En la fiesta de la primavera a mí me tocaba llevar gaseosa y pururú.
En mi canasta mamá puso un protector solar. Me pidió por favor que lo usara donde nos juntábamos sobre todo a la hora de la siesta.
Después de jugar fútbol nos sentamos en el césped sobre unos manteles y compartimos nuestra comida, sobraron chizitos, sándwiches, galletas.
Obediente me puse abundante protector solar. Algunos amigos empezaron a irse y se llevaron lo había sobrado pero quedó el sector lleno de migas.
Me acosté a dormir un rato sobre una toalla, cuando me desperté estaba en otro sitio y la toalla
se desplazaba lentamente llevándome. Miré para abajo, cientos de hormigas.
Un hormiguero gigante delante mío estaba dispuesto a tragarme.
Observé a estos insectos, no habían tocado ni una sola miga, sólo entraban y salían de mi canasta a beber un poco de protector solar.
Salté como un resorte, tomé el envase leí - Protector solar sabor Coco- les entregué el envase y se lo llevaron en fila hasta su morada.
Al llegar a mi casa me fui a bañar rápidamente y le dije a mamá que por favor no compre más cremas ni protectores solares con sabor a ninguna comida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario